De las consecuencias del crecimiento vertical de las urbes

Las grandes urbes han proliferado de tal manera que, en algunos casos, poco o nada queda de aquel entorno idílico que fue elegido para su asentamiento.

Y es que, el crecimiento incesante del número de humanos que habita el planeta ha motivado el crecimiento de todas las urbes que hoy copan el mundo. Y, a través de todo este proceso, el hombre ha tenido que reinventarse y exprimir su ingenio al máximo para lograr concentrar a cada vez más personas en un espacio que, en una gran mayoría de casos, ha dado lugar al crecimiento en vertical en lugar del primitivo crecimiento horizontal.

Como consecuencia de todo ello, las viviendas unifamiliares han quedado prácticamente relegadas al extrarradio y en el suelo en el que hace décadas se erigían estas viviendas en las ciudades, hoy se levantan edificios capaces de albergar a un elevado número de familias y personas.

En cualquier caso, el ser humano ya está más que acostumbrado a vivir de este modo. Sin embargo, que se haya acostumbrado no significa que disfrute de su modo de vida, pues existe una premisa clara, a mayor número de personas, mayor número de problemas.

Y es que, por desgracia, “cuando los espacios son compartidos surgen los problemas. Uno puede elegir la vivienda en la que se desea vivir, pero los vecinos, en gran parte de los casos, vienen impuestos y no existe la posibilidad de cambiar. Ante esta situación el administrador de fincas juega un papel superlativo, permitiendo el diálogo entre las partes para solucionar todos cuantos problemas se hayan presentado y los que se puedan presentar en el futuro” comentan desde MBR Administradores y Servicios.

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Sin embargo, el papel de un administrador de fincas va mucho más allá del de simple mediador entre los vecinos de una misma comunidad, prestando también servicios de gestión de los patrimonios inmobiliarios; asesoramiento en los asuntos relacionados con temas inmobiliarios, jurídicos, fiscales, técnicos, económicos y laborales que puedan surgir en la comunidad; gerencia de las condiciones económicas y de prestación de servicios que sean necesarios en la comunidad; así como hacerse cargo de la contabilidad y la secretaría de la comunidad, un suma y sigue que solo tiene beneficios para todos y cada uno de los propietarios.

Y es que, si ya resulta complicado de por sí lograr que todos los vecinos acudan a una reunión, lograr la unanimidad es prácticamente un imposible.