Las aguas residuales vuelven a preocupar por el índice de Covid19

Si hace unos meses saltaba la alarma cuando, tras unos análisis de las aguas residuales de Barcelona, se mostraba cómo la Covid-19 ya estaba presente mucho antes de que saltaran todas las alarmas sanitarias, esa preocupación no ha dejado de incrementarse al verse en otras muchas ciudades también.

Madrid ha sido la última en sumarse a esta lista, en la que, tras hacer un muestreo y análisis del agua de las alcantarillas, podría relacionarse alguno de los brotes que está viviendo la ciudad con un índice de virus en dichas aguas residuales en esas zonas.

Seguir de cerca esta información, junto con el Canal de Isabel II que está colaborando con la ciudad en todo momento, podría, además, servir no solo para planear un mapa de posibles rebrotes sino también para tratar de paliarlo de forma temprana antes de que fuera a más.

Una de las primeras alarmas ha surgido cuando en Getafe, donde actualmente se vive un brote de coronavirus que preocupa a Sanidad, se ha podido confirmar que un vertido ilegal contenía coronavirus como ha declarado el Seprona.

“Los resultados demuestran que se están poniendo en riesgo la salud de los vecinos de cada uno de los ayuntamientos que desempeñan sus actividades en las cercanías del río Manzanares y de aquellos que vivan o trabajen aguas abajo, al no adoptar las medidas de gestión adecuadas de las aguas residuales del municipio. Los riesgos de afección a la salud de las personas es algo demostrado por el actual estado de pandemia”, han declarado los agentes del Seprona.

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A estas dos capitales, se han unido otras como Sagunto

Canarias también realiza test de sus aguas uniéndose al proyecto nacional para su detección temprana ya que, según los expertos, poder monitorizar los índices de ARN del virus en las aguas residuales podría ser un gran aliado para paliar las consecuencias de los brotes y contagios allí donde aparecieran muestras positivas y la carga vírica.

Gracias a este tipo de proyecto y del análisis de las aguas residuales se podría ganar tiempo frente al plazo de 15 días en los que se comenzarían a presentar los síntomas en la población, adelantando semanas la detección incluso de asintomáticos, registrando los niveles y pudiendo así dar un seguimiento a la expansión vírica de forma precoz y temprana.