El adiós de Álvarez de Toledo rebaja la presión del PP

La figura de Álvarez de Toledo era, cuanto menos, diferente al frente del grupo parlamentario. Una voz dispar, capaz de olvidarse de la leyenda del partido para, en conciencia, apostar y postular por su propia manera de encontrar su sitio en el Congreso y de defender la forma de entender la política.

En este movimiento, Casado pretende moderar los discursos del Partido Popular siguiendo la estela de Feijoo, quien en Galicia ha conseguido lo que en el resto de España no consigue el partido. Y puede que esa sea, en realidad, solo una de las razones, porque el mando único, el voto y directrices únicos y lo políticamente correcto es lo que, de cara a la negociación de los Presupuestos Generales del Estado con el gobierno, podría funcionar para volver a tener, aunque sea, algo de relevancia en el panorama actual.

Esta rebaja de presión contra el resto de partidos políticos, contra los que Cayetana, con su taimado estilo, ha sido como el diente que no rebaja su mordida, no desafiando la autoridad de la dirección del partido, sino haciendo, por primera vez, un discurso propio sin necesidad de que nadie se lo escriba.

Y eso, en política, y en España, parece que no tiene cabida. Con su cese – que se prevé temporal porque volverá al ruedo político, aunque sea en otras siglas – se calla una de las voces más críticas con la situación actual, con los pactos de gobierno y con la defensa de las creencias propias.

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Almeida será quien haga las veces de portavoz nacional desde ahora. Ese nuevo puesto estratégico, más que merecido por ser la voz de la cordura, desde la capital, en un momento de crisis sanitaria sin precedentes, es un golpe de efecto para el electorado, pero puede que lastre la carrera política de uno de los alcaldes mejor formados y con más sentido de estado de nuestro país.

Cuando este tipo de puestos se cruzan con la verdadera y particular forma de entender la política, como les pasa a Álvarez de Toledo o Almeida, solo quedan dos escenarios: que les dejen hacerlo a su manera, o que les apaguen la luz que les llevó ahí.

Quienes salen reforzados son, por contra, sus oponentes en el Congreso, que ven cómo una de las voces más críticas y que más apuros les han hecho pasar, se silencia. Una estrategia esta nueva de Casado que, o le sale muy bien, o terminará de lastrar los resultados en las próximas elecciones.