Kiwoko insiste en la importancia de minimizar el impacto del ruido en las mascotas

MADRID, 10 (SERVIMEDIA)

Los electrodomésticos, las tormentas de verano o los petardos y fuegos artificiales son algunos de los principales ruidos que más temen las mascotas y que pueden desencadenar ansiedad, estrés e incluso fobias difíciles de tratar, según indican los expertos veterinarios de Kiwoko, que insisten en que es necesario saber cómo actuar para minimizar el impacto de estos fuertes sonidos en su vida diaria.

Tal y como explica la directora técnica veterinaria de Kivet, la red de centros veterinarios de Kiwoko, Ana Ramírez, los perros y los gatos son animales con un sentido del oído muy desarrollado y, por ello, muy sensibles a los ruidos. En este sentido, en épocas como la Navidad o las Fallas, que estos días se celebran en distintos puntos de la Comunidad Valenciana, pueden sufrir crisis de distinta intensidad.

«Cuando convivimos con una mascota debemos estar atentos para conocer todos los matices de su carácter y reconocer cuáles son sus preferencias y gustos, pero también sus temores o las situaciones que les generan estrés», comenta Ramírez, que insiste en que la respuesta ante el nerviosismo de las mascotas es «determinante».

Así, la veterinaria recomienda, ante todo, no reñir al animal si por la ansiedad cambia su comportamiento, ladra o maúlla, ya que esta conducta «tendrá un efecto negativo y únicamente contribuirá a empeorar su estado de nervios y dilatará la vuelta a la normalidad cuando cesen los ruidos».

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En estos casos, la solución pasa por dejar que el animal se esconda en el lugar de la casa en el que se sienta a salvo u ofrecerles opciones que sepamos que les gustan, como el transportín, así como mantener las ventanas de la casa cerradas para amortiguar el sonido.

En el día a día, señala Ramírez, los mayores desencadenantes de ansiedad en perros y gatos son los pequeños electrodomésticos como aspiradores o batidoras. Para estas situaciones, recomienda cerrar las puertas de las estancias en las que se produzcan los ruidos con el objetivo de minimizar lo máximo posible el volumen que perciben las mascotas.

No obstante, el carácter más temeroso de algunas mascotas hace que tomar estas medidas sea insuficiente. Por ello, Ramírez aconseja en estos casos que las familias se dirijan a su veterinario de confianza, quien podrá valorar la administración de relajantes naturales, soluciones de feromonas o fármacos, «siempre y cuando lo considere conveniente en base a criterios médicos».